15 de septiembre de 2012

En septiembre no paramos de caminar

Septiembre nos trae a otro amigo del taller: John F. Galindo. Con él compartiremos nuevamente en la segunda visita del escritor asociado de la Red RELATA. 

Esta vez los Caminantes se encontrarán con John F. en una lectura de cuentos de terror en el barrio Las Flores el 21 de septiembre, a las 5: 30 p.m., allí cerquita al río Magdalena.

El 22 de septiembre la cita es en La Cueva. El salón Luis Vicens nos recibe nuevamente para trabajar en un taller de escritura creativa con los Caminantes. Allá nos esperará Vanessa, nuestra amiga de Prensa de La Cueva, que siempre está atenta a todo lo que hacemos y nos apoya continuamente en estas actividades. 

El 23 de septiembre nos reuniremos con los chicos del Taller Lúdico Creativo Los Pilanderitos en el barrio El Pozón de Cartagena, como parte de las actividades extendidas del taller y una forma de compartir con estos niños en un encuentro que promete ser muy enriquecedor y divertido. 

De esta forma terminarán también las visitas de los Caminantes a La Cueva en este 2012. Sin ellos no habrían sido posible muchas cosas este año. Así que esta fecha la tendremos muy presente porque en La Cueva también se camina creativamente. 










Francisco Echeverri en Caminantes Creativos

Francisco llegó a La Cueva antes que nosotros y cuando entramos al Salón Luis Vicens ya tenía todo listo para iniciar la sesión.

Con él nos pegamos a un viaje por las artes plásticas y su obra, que nos mostró a lo largo de varias diapositivas que nos iba comentando paso a paso, mientras los chicos lo interrumpían para hacerle preguntas.



¿Por qué usas el negro en la mayor parte de tu obra? ¿por qué escribes frases? ¿qué significa esa raya roja en medio del lienzo? ¿y eso son libros? ¿por qué pones una bandera allí? muchos interrogantes que Francisco resolvió mientras le contaba  a los chicos sobre si mismo, lo que le apasiona, lo que significa pintar para él y como los colores adquieren un papel importante en sus cuadros.




Los chicos lo siguieron durante toda la charla y casi no empezamos con la segunda parte del taller que era pintar, porque mientras terminaba de contestar una pregunta, ya tenía varias manitos levantadas pidiendo que les diera la palabra. 



Finalmente terminamos este diálogo con una pregunta de Wendy Matallana, para darle paso a un vídeo sobre la vida de uno de los artistas preferidos de Francisco : Jackson Pollock.





Luego se encendieron las luces y llegaron los vinilos, cartones, pinceles, acompañados de música y esa necesidad de los caminantes de pintar. Necesidad que los identifica con Francisco, con esa libertad que se obtiene al mezclar los colores y dejarse llevar por la imaginación.



El piso del salón Luis Vicens era una mezcla de periódicos que usamos para protegerlo y cartones que se iban llenando de amarillo, azul, rojo, negro, blanco, mientras Francisco iba recorriendo cada rincón del mismo siguiendo el avance de los chicos. 



La música también fue protagonista y era como estar en una fiesta, donde los caminantes hacían que el piso pasara del gris de los períódicos a la vida que le estaban dando con sus pinceladas a los cartones. 


                                         


Poco a poco La Cueva se llenó de sus trabajos y algunos querían seguir jugando con el color, pero ya se acercaba el final de la actividad y debíamos regresar a Las Flores.


                                      

De Francisco aprendimos varias cosas : que no se puede ser deshonesto con las cosas que emprendemos, como sostenía Viviana, su esposa, que lo acompañó durante la sesión. En tus obras debes ser sincero contigo mismo y con los demás, porque eso se refleja en ellas. Todo lo que uno hace debe llevar ese sello personal, esa sinceridad y respeto hacia lo que se está haciendo.

También que las obras se sienten con el estómago, como las maripositas cuando uno se enamora. Igual pasa con las pinturas, que nos transmiten emociones y las percibimos con tanta fuerza que llegan hasta la panza. 

Nos despedimos con ganas de seguir aprendiendo y disfrutar la compañía de Francisco Echeverri, quién también se quedó muy feliz de compartir : su obra, sus gustos, sus artistas preferidos, la música que lo mueve, sus motivaciones al pintar, sus conocimientos, con los caminantes.





La Cueva se quedó llena de periódicos y un poco de pintura en el piso. Francisco se fue con veinticuatro amigos nuevos, y los caminantes llegaron al barrio con vinilos aún sin usar y pinceles en espera de moverse otra vez con la compañía de Francisco Echeverri.