5 de marzo de 2011

En la "Casa de Papan y Tía"

El veintiséis de febrero los caminantes llegaron a la "Casa de Papan y Tía". Además de ser patrimonio arquitectónico de la ciudad, estar ubicada en el emblemático barrio "El Prado" de Barranquilla y pertenecer a la familia Parra Anaya por cerca de cincuenta y cinco años, esta casa ha sido cómplice de todo tipo de encuentros culturales. También se le acusa de actuar como Cupido, algunos no solo  se han enamorado de ella desde la primera vez, sino que además han encontrado el amor en sus rincones.
 
Si tuviéramos que definirla de alguna forma, diríamos que es: única, mágica,inigualable, cálida, alegre, misteriosa, amable, inmensa y la lista no terminaría. Más que una casa, parece un museo, un punto congelado en la historia, un portal para viajar a otra dimensión, es un lugar que no sería igual sin su anfitriona, Elsie Parra. Con ella realizamos un tour en el que nos explicó cada detalle de su estructura y nos permitió interactuar con todos los objetos que nos encontramos a nuestro paso: cajas registradoras antiguas,relojes, cuadros, fuentes de agua, muebles, teléfonos de todas las especies y de todas las épocas, planchas que funcionaban con carbón, libros, rompecabezas, una casa de muñecas gigante y muchísimos artículos que han permanecido con "Papan y Tía" desde hace tiempo.

Si la casa es sorprendente, Elsie lo es aún más. Es muy interesante escucharla contar la historia de su familia, como era el barrio cuando ellos compraron la casa,quienes eran sus vecinos y como la ciudad se han transformado hasta hoy.Tampoco se le escapan los detalles acerca de sus visitantes, las reuniones que se han realizado en este espacio, los artistas, amigos y familiares que han ido dejando en la casa objetos, como testigos de su paso por ella.
 
 
 
 
 
Para recorrerla y sentir al igual que Elsie, que estábamos en nuestra casa, era necesario quitarse los zapatos. Ella lo hace todos los días desde que cruza la puerta principal y es algo que no molestó a los Caminantes. No había terminado de decirles que podían hacer lo mismo, cuando ya estaba armada una fila de zapatos debajo de un gran espejo en el que se reflejaban todos con una enorme sonrisa. El mismo espejo frente al cual se los colocaron después al final de la visita, antes de dirigirnos al jardín para alcanzar la reja que nos separaba de la calle. Antes de tomar unas últimas fotos de los Caminantes con Elsie, otras jugando a esconderse, a dar vueltas en el césped, a hacer tiempo para no despedirse tan pronto según ellos. Unas últimas fotos para recordar a Beethoven, el amigo fiel de Elsie.  El otro anfitrión de la casa que siempre saluda con un ladrido y que no se despegó ni un segundo de nosotros. Unas últimas fotos por hoy, porque los Caminantes deben regresar a “Las Flores”, a su casa, a la que llegan todos los días, pero que no es la única casa en la cual caminan creativamente.
 
Gracias a Elsie, a Beethoven, a la Gorda y a este maravilloso espacio que es la “Casa de Papan y Tía”.  Gracias a José por ayudarnos a seguir caminando.
 
 

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